La realidad y el observador

Lic. Mónica Monetti

                                                                  “Es la teoría la que decide sobre lo que podemos observar»

                                                                                                                                                         Albert Einstein

 

 

El ser humano sufre cotidianamente una insatisfacción por desear lo que quiere lograr y a veces no poder conseguirlo. Pero en general no se detiene a pensar cómo concibe el proceso de creación de los hechos. Es frecuente que el ser humano visualice el futuro, lo construya en su mente, sueñe, pero no sepa bien claramente cómo llegar al resultado deseado. Asimismo se vivencia separado de su destino cumplido y atribuye al destino, a la casualidad, a los golpes de suerte, la consecución de ese futuro soñado. Quizás hace esfuerzos, pero sin confiar definitivamente en su poder de creación.

Históricamente el hombre pensó que la realidad estaba fuera de sí mismo, era exterior a él y se veía separado. De esta manera, Newton inauguró la ciencia física moderna en julio de 1687, con su obra Principios matemáticos de la filosofía natural, en las que se aprecian las nociones matemáticas que describen nuestro mundo cotidiano. Durante más de dos siglos las observaciones de Newton constituyeron los cimientos del campo científico que hoy se denomina Física clásica. La ciencia clásica se manejó durante muchos años con un pensamiento mecanicista, que dejaba afuera el campo de las relaciones.

Michelson Morley en 1887, demostró mediante experimentación, que no existía un campo universal de energía que conectaba todo lo que existe. Como en ese momento de la ciencia los científicos no pudieron detectar el movimiento que conectaba lo existente, declararon que todo estaba separado, y lo que ocurría en un lugar no tenía efecto sobre lo que ocurría en otro. Esta concepción del hombre y del mundo, a mi criterio, quitaba responsabilidad y compromiso a las acciones humanas. ¿Se imaginan ustedes lo que implica a nivel personal, familiar y comunitario, seguir pensando de esa manera? ¿Cómo esto implica desinvolucrarse de los efectos de nuestras acciones? Desde la visión de algunos científicos, como Gregg Braden entre otros, con los cuales coincido, esta concepción científica ha dado lugar a la práctica del individualismo en todos los terrenos.

Dice Braden, físico cuántico, que los experimentos de Michelson-Morley fueron durante muchos años el fundamento de la teoría científica y de las enseñanzas académicas. Muchas generaciones crecieron creyendo y afirmando que vivimos en un mundo donde cada cosa está separada del resto, y esta creencia ha quedado reflejada en muchas facetas de nuestra vidas y nuestra civilización, desde la idea que tenemos de nosotros mismos y de nuestra relación con la Tierra hasta los sistemas económicos que benefician a unas personas a expensas de otras. Este pensamiento se sostuvo hasta 1986, en que un científico llamado E.W. Silvertooth, reprodujo los experimentos de Micheslon Morley. Silvertooth sí pudo detectar el movimiento en el campo, un movimiento que estaba

 

conectado con el de la Tierra en el espacio. Esta nueva forma de entender las cosas, llevó a un quiebre de paradigma en el pensamiento moderno y dio lugar a la comprensión sistémica y ecológica de los sucesos y al desarrollo de la física cuántica, que sostiene, dentro de uno de sus principios más importantes, que todo está interconectado, y que el observador modifica lo observado, – visión opuesta al pensamiento mecanicista de la física clásica.

Gregg Braden llama a esta red en continua interacción y creación, “La Matriz Divina” -así se llama uno de sus libros, que recomiendo. Desde su punto de vista, cuando el ser humano comprenda lo sistémico de la existencia, y que todos estamos en la red en continuo movimiento e interacción, se terminarán las guerras y surgirán nuevas formas de intercambio social, económico, político, porque habremos entendido cómo funciona el campo de los hechos y sus múltiples relaciones. Según su pensamiento, los seres humanos se relacionarán de otra manera y entraremos en una era de paz. Según Braden, “es el modelo mental o sistema de creencias científico equivocado que aún funciona como base de los intercambios, que tiene sus efectos nefastos en las decisiones cotidianas”. 

Diríamos entonces que: Es nuestra manera de observar el mundo y nuestro mundo, la que determina la forma en que seguimos creándolo. Sólo haciendo el ejercicio de la autorreflexión y la pregunta sobre nuestra manera de observar, que podemos salir de los paradigmas que nos tienen.

A partir de estos descubrimientos todas las ciencias comenzaron a alinearse detrás del nuevo paradigma. Pero lamentablemente muchos científicos,  profesionales y en general muchos seres humanos analizan y opinan que las cosas no están relacionadas entre sí, y que las cosas son, más allá de quien las mire. Días pasados escuché una persona que comentaba que un médico que la atendía le decía en su consulta que las enfermedades no tienen nada que ver con la mente, sino que son producto de la genética. Todavía escuchamos conclusiones que muestran en el discurso y acciones el funcionamiento del paradigma de la separatividad y de las “no relaciones” o “de las interrelaciones”.  Lo importante de estas afirmaciones, es que los paradigmas son siempre eficaces, ya que no

sólo afectan nuestra manera de mirar el fenómeno, funcionando como filtros, sino que afectan la toma de decisiones, las acciones y los resultados. Imaginemos qué tipo de consejos puede dar este profesional a su paciente a partir de esta concepción fragmentada, a mi criterio, del fenómeno humano. Imaginemos también la toma de decisiones posterior del paciente acerca de su salud.

Todavía, a pesar de estas nuevas concepciones comprobadas, la biología enseña en las aulas, dice Braden, “que los biocampos, por ejemplo, el campo magnético del corazón, están localizados y tienen poca o ninguna influencia en el mundo que existe más allá de los límites del cuerpo”. ¿Nos damos cuenta de la importancia que implica en el funcionamiento humano en lo cotidiano y por ende en las decisiones diarias el seguir pensando de esta manera? Si bien esto es un ejemplo puntual, nos damos cuenta que esto impacta en muchas disciplinas y en todos los campos relativos a decisiones personales y sociales: en salud, educación, economía, política en todas las áreas de nuestra existencia. Es como si dijéramos que las explosiones atómicas de los experimentos nucleares no impactan en todo el mundo, que a lo sumo matan a algunos peces que están por allí pero no afectan al planeta entero, al clima, a la flora y fauna, a las personas, a la ecología. A veces sufrimos de visión de detalle y hemos perdido la visión sistémica de los fenómenos. Seguimos en la lógica causa efecto simple, paradigma de la simplicidad, y no consideramos que el universo sea complejo. ¿Será que en nuestra necesidad de clasificar y poner todo en cajitas diferentes, para poder actuar en el mundo, tomar decisiones, pensamos realmente que el mundo y la existencia humana es un conjunto de cajitas separadas?

Este tiempo de pandemia es una excelente oportunidad para plantearnos, cómo hemos estado viviendo, quiénes queremos ser como individuos y como especie humana a la salida de la cuarentena, qué nos gustaría que pase, qué querríamos conservar y qué deseamos cambiar.  Qué mundo deseamos crear. Porque si no lo pensamos no lo podremos plasmar. El mundo cambió, tenemos que tomar conciencia que cambió abruptamente y que es tiempo de preparación de una nueva manera de ser en el mundo, una nueva manera de plantear nuestra existencia en el planeta que también nos ha venido expresando hace años que necesita un descanso reparador.

Las relaciones personales y laborales están cambiando y van a cambiar aún más, las formas de trabajo, reconsiderando el trabajo remoto y el trabajo en equipo a distancia. Nuevos trabajos será preciso crear para satisfacer nuestras necesidades. Las formas de organización y de gestión de las empresas, el liderazgo y la comunicación exigen otras formas de ser comprendidos y ejecutados. La educación pegara un giro importante que ya se empieza a plasmar.  ¿Cuál será nuestra respuesta a estos interrogantes?  ¿Aceptaremos el desafío del cambio, el cuidado del ser humano y nuestro planeta o volveremos a hacer más de lo mismo? ¿Utilizaremos, al decir de Freud, la compulsión repetitiva para pegar un salto cuántico o para la autodestrucción, la destrucción del planeta, y de nuestras oportunidades de crear algo diferente?